Ethan Hunt es mi héroe, pero no puedo “desver” cómo Misión Imposible trata a los personajes femeninos
NQV 👁📺 donde hablamos de cine, series y otras cosas.
Soy fan de Misión Imposible desde siempre. Ethan Hunt me parece uno de los héroes de acción más sólidos, humanos y espectaculares del cine. Me emocionan las persecuciones, las acrobacias, las máscaras, los gadgets ridículos, las escenas de pelea y todo. Y sí, cada vez que suena el tema principal, me dan ganas de correr por los techos de Viena como Tom Cruise, no lo voy a negar.
Con el ¿final? de esta franquicia llegando a cines, Misión Imposible Sentencia Final, me quedé pensando en que me gustaría darle un espacio a algo que lleva rondando en mi cabeza por años.
Amo Misión Imposible, pero no puedo ignorar cómo tratan a los personajes femeninos
Pero llega un punto donde ya no puedes hacerte más el tonto. Las mujeres en estas películas no importan. O al menos no tanto como parece. Y digo “hacerse el tonto” porque como espectador hombre, es muy fácil dejar pasar estos detalles. Te distraes con lo espectacular, con lo entretenido, con la nostalgia. Pero cuando te detienes a mirar bien, te das cuenta de que hay algo que no cuadra: puedes ponerles un arma en la mano, darles frases ingeniosas, o hacer que conduzcan una moto y más, pero si al final lo único que hacen es sufrir, desaparecer o morir para que Ethan tenga motivación, entonces eso no es representación. Es utilería.
Y lo más fuerte es que no es nuevo. No es una falla reciente de la saga. Es un patrón que viene desde hace décadas y que tiene nombre propio. Y no, no es exageración. Tiene nombre y todo.
¿Qué es el arquetipo de “Women in Fridge”? (Y por qué importa)
El término Women in Fridge nació en los cómics, cuando en 1999 la guionista Gail Simone empezó a notar que muchos personajes femeninos eran heridos, violados, asesinados o borrados de la historia únicamente para impactar emocionalmente al protagonista masculino, o lo que conocemos ahora, darles “desarrollo de personaje”. La gota que derramó el vaso fue una escena del cómic de Green Lantern, donde el héroe llegaba a casa y encontraba el cadáver de su novia metido en el refrigerador. Literal. Por eso el nombre.
Desde entonces, “mujeres en el refrigerador” se convirtió en una forma de nombrar a todos esos personajes femeninos que existen solo para que el hombre protagonista sufra, cambie o tenga una razón para hacer lo que hace. Sus historias no son importantes. Su dolor tampoco. Solo están ahí como combustible narrativo. Y aunque suene extremo, es un arquetipo que sigue vivo en películas, series, libros y videojuegos.
Es cuando una mujer existe solo para impulsar el arco emocional de un hombre. No tiene historia propia, no evoluciona, no importa. Y Misión Imposible lo ha hecho más de una vez.
El caso más claro: Julia, la esposa que solo está para sufrir
Julia, interpretada por Michelle Monaghan, es quizá el ejemplo más claro. En Misión Imposible III ya empieza como un personaje sin propósito: es la prometida de Ethan, pero en ningún momento su historia le pertenece. Está ahí para ser rescatada, manipulada, secuestrada. Cada escena con ella está diseñada para que Ethan sufra, no para que conozcamos a Julia como persona.
Y después de eso, desaparece. Por películas enteras. Cuando por fin reaparece, ya está casada con otro hombre y parece feliz… pero eso tampoco importa. No se trata de ella. Se trata de que Ethan haya sido lo suficientemente bueno como para dejarla ir por su seguridad, es como para que tenga su momento de "mira cómo la dejé ir por el bien del mundo". Es básicamente la princesa en la torre versión 2000s. Solo que ahora es doctora y corre entre explosiones.
Ilsa Faust y las que parecen romper el molde… pero no
Luego llegó Ilsa Faust, interpretada por Rebecca Ferguson, y confieso que por un momento pensé que las cosas estaban cambiando. Ilsa era fuerte, independiente, misteriosa. Su primera aparición en Rogue Nation prometía mucho: no era parte del equipo, tenía su propia agenda, su propia brújula moral. No estaba enamorada de Ethan. Era una espía igual de peligrosa que él.
Pero poco a poco, película tras película, su personaje empieza a girar más y más en torno a Ethan. Sus decisiones dejan de ser suyas. Sus conflictos también. Y para cuando llegamos a Dead Reckoning, Ilsa ya no tiene autonomía. Su presencia está reducida a ser el interés emocional del protagonista.
Y después, simplemente la matan. Así. Sin ceremonia, sin consecuencias, sin duelo. Apenas si hay tiempo para que Ethan registre lo que pasó. Porque su muerte no importa en sí misma. Importa solo como un punto de quiebre para la motivación del héroe.
Ilsa, que pudo haber sido una de las mejores heroínas de acción del cine moderno, termina descartada y reducida a un “perdón, me equivoqué” de un personaje igual de plano como Grace de Hayley Atwell.
Lo peor es que esto no pasa solo con Julia o con Ilsa. Es un patrón. En cada entrega de Misión Imposible, hay una mujer que llega, brilla un momento… y desaparece. Maggie Q, Paula Patton, Thandiwe Newton. Todas tienen talento. Todas son introducidas como personajes importantes. Pero ninguna se queda. Ninguna tiene continuidad. Y en muchos casos, ni siquiera explican qué pasó con ellas. Como si nunca hubieran estado. Pareciera que en este universo, las mujeres son desechables. No importa cuán buenas sean. No importa si salvan el día. No importa si arriesgan la vida por el equipo. Solo están de paso.
Y aquí viene el dilema: ¿por qué seguimos viendo estas películas si hacen eso? ¿Por qué seguimos emocionándonos?
La respuesta es incómoda pero sencilla: porque están bien hechas. Porque son espectaculares. Porque nos atrapan. Porque Tom Cruise se tira de un avión en llamas sin un paracaídas y eso es increíble. Porque la música es perfecta, porque la edición es impecable, porque la tensión funciona.
Y justamente por eso duele más. Porque si una franquicia que hace casi todo bien, sigue haciéndolo tan mal con sus personajes femeninos… entonces no es falta de recursos. Es una decisión.
No se trata de que Ethan Hunt no pueda ser el protagonista. Ni de que las películas tengan que girar en torno a una mujer. Lo que duele es que nunca se les dé la oportunidad real de existir más allá de él. De tener historias propias. De quedarse.
No creo que tengamos que cancelar a Ethan Hunt ni dejar de ver la saga. Yo no lo voy a hacer porque yo verdaderamente amo esta franquicia y gracias a ella les estoy escribiendo esto. Pero sí creo que es momento de dejar de aplaudirle a Hollywood solo porque “incluyen” mujeres fuertes si al final del día no les van a dar un lugar real en la historia.
Una cosa es tener mujeres funcionales. Otra muy distinta es tener mujeres esenciales. ¿De qué sirve una espía increíble si al final se muere solo para que el protagonista tenga algo por lo que sufrir?
Pero ahora que ya hablamos de uno de los más grandes problemas de Misión imposible, vayamos a un tema que siempre me ha encantado de la franquicia: los gadgets.
Top 5 gadgets de Misión Imposible que desearía tener
Misión Imposible es muchas cosas: acción, drama, Tom Cruise corriendo por todos lados... pero también es un festival de gadgets ridículamente increíbles que nos hacen preguntarnos: ¿por qué no tengo eso en mi casa?
Por cierto, como dato extra, si te quieres preparar para el gran fin de esta historia, todas las películas de Misión Imposible se encuentran actualmente en Paramount+
1. Las máscaras hiperrealistas
Lo sabemos: la máscara que te convierte en otra persona es el gadget por excelencia de la saga, un gran clásico que nos ha dado giros de tuerca increíbles. Tan icónica que a veces ni los personajes saben quién es quién.
Sí, sería un problema ético enorme en el mundo real, pero imagina las posibilidades.
2. El guante de escalar en vidrio
Tom Cruise colgado del Burj Khalifa con guantes tecnológicos que se pegan a los vidrios: historia del cine de acción, y yo amo el ejercicio de escalar, esto me daría aún más seguridad para hacerlo… solo que funcionen bien. ¿Necesario? No. ¿Lo necesito? Absolutamente.
3. El chicle explosivo
Un clásico que mezcla lo mejor de dos mundos: ansiedad oral + destrucción masiva. Lo muerdes y explota, pero solo si lo doblas en la parte roja. No lo recomendamos para oficinas compartidas ni en aeropuertos, pero igual da gusto saber que existe.
4. El proyector de hologramas para engañar cámaras de seguridad
Ese que engaña al sistema de vigilancia haciendo parecer que nadie se está moviendo. Básicamente, invisibilidad digital, y sí, fue uno de los más grandes regresos de Misión Imposible: Protocolo Fantasma.
5. El auto que se conduce solo (en Roma)
En Dead Reckoning, Ethan y Grace escapan en un Fiat amarillo con control remoto. O sea: un coche compacto que hace drifting solo. Más allá del caos en las calles italianas, imagina el sueño: no manejar nunca en tráfico, que te recoja tu auto cuando ya estás muy crudo para pensar, y más.