El corte de Draco Malfoy cambió: Harry Potter y la evolución de los peinados como símbolo de clase 🪄
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Una sola imagen bastó para que muchos (o maybe solo yo) nos detuviéramos a ver esto: el nuevo peinado de Draco Malfoy.
Ahora que ya se anunció al nuevo cast que protagonizará la próxima serie de Harry Potter, supimos que el joven actor Lox Pratt interpretará a Draco Malfoy, pero me llamó la atención algo: su nuevo cabello, con rizos suaves, volumen natural, cero gel. Olvídense del peinado lleno de gel, rígido, que Tom Felton usó durante ocho películas. Y aunque parezca un detalle superficial, ese cambio dice mucho. Muchíiiiisimo.
El peinado cambió, sí. Pero lo que de verdad cambió es la forma en la que entendemos el poder. Y, en particular, cómo se ve el "niño rico insoportable" en 2025.
El corte de Draco Malfoy cambió: así se ve el “rico insoportable” en 2025
El Draco que conocimos hace dos décadas representaba el poder tal como lo imaginábamos entonces: familia tradicional, apellido respetado, superioridad marcada, y un peinado que gritaba todo eso sin decir una palabra. No había espacio para el volumen ni el desorden: su cabello era como una armadura. Siempre perfecto, siempre peinado hacia atrás, como si fuera un casco aristocrático. Estaba diseñado para marcar distancia. Para que supieras que no eras como él.
Pero en 2025, el poder se presenta diferente. El nuevo Draco no necesita parecer el niño rico del colegio. Le basta con parecer que no le importa nada.
El look con rizos sueltos, relajado, casi improvisado, está más cerca del “corte de brócoli” que se volvió cliché entre chicos Gen Z. Y justo ahí está el punto: el nuevo niño rico ya no grita su estatus, pero tampoco pretende desprenderse de él. Se impone sin esfuerzo, sin corbatas ni posturas rígidas. Cambió el traje por joggers carísimos. Cambió el desprecio altanero por una vibra cool que parece accesible, aunque no lo sea.
Los peinados también son política (aunque parezca que no)
Los cortes de pelo siempre han sido marcadores de clase. En los 2000, el peinado liso y controlado de Draco formaba parte de la estética preppy, donde la pulcritud era símbolo de privilegio. Hoy, esa lógica cambió. Lo deseable es lo “auténtico”, lo “casual”, lo “despreocupado”; lo que parece natural aunque claramente esté hecho milimétricamente y a la medida. Y eso también es poder: el privilegio de parecer despreocupado, pero con un estilista detrás.
Este nuevo Draco, aunque con su look effortless, sigue siendo un Malfoy. Quizás más que nunca. Porque puede darse el lujo de no parecer de clase alta, sin dejar de serlo. El poder ya no necesita validarse con gestos evidentes. Puede vestirse de naturalidad, de glow discreto, de estilo relajado que, en el fondo, sigue gritando: soy mejor que tú.
Un enemigo que ya no parece villano
Todo esto también modifica la forma en la que seguramente lo vamos a leer como personaje.
Si esta nueva versión quiere construir un Draco más ambiguo —menos obvio, más humano—, esta estética le viene perfecto. Es el tipo de antagonista que no parece malvado. Que incluso puede caer bien. Que no se siente amenazante a simple vista. Pero que sigue defendiendo las mismas ideas de clase de siempre. El enemigo con rizos suaves, cara de niño bueno y apellido peligroso.
Hogwarts, 1991 (pero filmado en 2025)
Aunque la serie esté ambientada entre 1991 y 1998, sabemos que las ficciones históricas nunca son literalmente fieles a su época. Siempre hay algo de nuestro presente que se filtra: en el vestuario, en los peinados, en la forma en que los cuerpos se mueven en pantalla. Y eso no está mal, de hecho.
Lo que sí podemos preguntarnos es: ¿por qué este presente necesita que Draco se vea así? ¿Qué nos dice que el nuevo "niño rico problemático" no luzca como un aristócrata en miniatura, sino como un influencer que vapea en brunches y hace cardio en sudaderas de diseñador?
Es simple: las ficciones también leen el momento que habitan, y el poder, hoy, ya no se asocia con el elitismo evidente. Se asocia con una estética mucho más calculada, que busca parecer desinteresada pero está perfectamente producida.
Lo que nos dice su pelo (y por qué importa)
El cambio de look no es accidental. Es una señal de cómo el poder se ha adaptado al mercado de la imagen. De cómo el privilegio ya no se muestra desde la altivez, sino desde la apariencia de normalidad.
El viejo Draco era fácil de ubicar: arrogante, desagradable, predecible. El nuevo es más escurridizo. Y eso, en términos narrativos y sociales, lo hace más efectivo como figura de poder. Porque representa a esa clase rica que ya no quiere parecer rica, pero que sigue operando desde los mismos lugares. Que no necesita esconderse, pero tampoco se exhibe. Que no busca respeto, sino aprobación. Y que construye su imagen no desde el miedo, sino desde la estética.
Puede parecer inofensivo, pero sigue creyendo que vale más que tú. Y lo peor de todo: tiene un mejor peinado que el tuyo.
¿Y si dejar de ver series también fuera un acto político?
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